Soñé con, la elegida, la amada, la jubilosa.
Soñé que podía bolar en sus pechos.
Soñé con su mirada cautelosa.
Esos ojos que enamoran hasta el más duro corazón.
La mirada angelical, la blasfemia de ser hermosa, él acto de violencia en contra lo superficial, la elegida, la amada. La de las mejillas coloradas. La del ruiseñor en la mirada la de los ojos de cielo.
Vagando por mis pensamientos llegue a la conclusión de haberla visto, no pensé en nada sino en bolar a su mirada, de cielos de amores perdidos, que nadan por el mar del olvido y se hunden en desesperación si saber donde caerán.
lunes, 22 de febrero de 2010
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